EsParaTraposdePapel

Historias basadas en hechos reales... e irreales.
Cualquier parecido con la realidad, es fruto de la ficción, de la fricción o de la mente mental.
Aquí , a veces, se rompe la netiqueta sobre la ironía, este blog no derrocha ironía... supura ironía.
El resto de reglas de netiqueta, valen.....de momento.
Y si no te gusta, no te nervies, que es para trapos de papel.

29 de julio de 2014

Monólogo de la Receta Elecrónica

¡¡Holaaaaa corazonesssssss!!
Soy la “Receta Elecrónica”: la chica de moda en la Atención Primaria logroñesa. Estarse tranquilos, campeones, que en “cero coma” me extenderé por toda la Rioja, la  especializada, PACs de urgencias inclusive: espero que os pongáis vuestras mejores galas.
¡Ah! Y en el resto de España, ya os veo los ojitos, salados!! Que sepáis que le gusto al Ministerio de Salud, le gusto mucho, así que a remojar barbitassss, darlings!!!
Ya he pasado por otros servicios, Navarra, Asturias,.... y soy lo más de lo más, todos superfelices conmigo, más que si les hubieran devuelto “los moscosos”.
Vaale, todos menos las ancestras: las recetas en papel, que se van a extinguir ya para ayer...
¡¡¡Bueno, bueno, bueno!!!
Os cuento mi vida:
Antiguamente, me hacían las enfermeras, cuando eran secretarias de los médicos, a bolígrafo, con esas letras tan cuquis y primorosas, todo tan puestito, cada cosa en su sitio… como dice el niño de la Pantoja: “así soy yo….”
Luego, algunas de esas enfermeras, intentaron hacer ver que no era esa su función, ni la de secretaria, ni la de prescribir.
El caso, es que, los pobres médicos, se quedaron sin “personal assistant”, pero les pusieron un ordenador, y les dijeron, pues ahora hacéis las recetas por aquí. Cayeron muchos teclados y pantallas por el camino, Santa Tecla los guarde en su regazo. Se llegó a contar que un mando intermedio se hizo hasta un torniquete con un ratón…. Y nació la “receta por ordenador”: mi madre. Las sacaban, médicos y enfermeras, semilibres, pero no del todo, pardiez!! con sus ordenadores, en unos papeles tamaño folio, verdes y rojas, luego color vino de Rioja, muy patrio todo….
Y resulta, que parece que ahora se han caído de un guindo algunos, han tirado a otros, de por las altas esferas: y han puesto “negro sobre blanco” que las enfermeras, hoy por hoy no prescriben….conozco a unas cuantas de esas enfermeras, como podréis comprender por mis antecedentes, y algunas están fascinadas con esto, otras negras, como siempre, no hay consenso….
Y yo como los jipis, liberada perdida. Ya sin ropa (sin formato papel) campo en porretas por el ancho mundo virtual…
Y yo como las niñas de papá, atada corto, con todas las medidas de seguridad del mundo mundial, para que sólo me puedan leer los “personajes” justos, sanitarios y farmacéuticos, pero “tocarme”, lo que se dice tocarme (aquí imagine el lector a la receta estirándose las puntillas), sólo me toca el médico, nadie más. Es mi chico, ea!
Se mira, pero no se toca, no, no, no!!!
Ya sólo dependo de él, que me nace, me crece, me reproduce y me muere. Hasta me puede modificar si le brota, pero luego yo, me las piro por el aire enredado, por los internetes, hasta los ordenadores de las farmacias, que están siempre dispuestos para mí, para ser dispensada a esos señores y señoras pacientes que luego me recogen cuando me “reencarno” en fármaco, y así para toda una vida (entre medio año y un año, más que una mariposa, oish!)
Me he divorciado de las enfermeras y enfermeros, que ya no me controlan…. Bueno…. Vaaaaleee…pueden ver por el “Jodío ordenador” cómo debo ser tomada, si soy dispensada, si el farmacéutico ha cambiado el “formato reencarnado” o si el paciente me ha tomado cuando debía…. Pero nada más.
No se por qué la enfermera dice que con eso va que chuta y que ya era hora y no se que más tontadas… a veces no les entiendo a estos romanos.
El médico dice que, en cuanto esto se normalice, como si yo no fuese normal, que se acabaron los “poyake” (po ya ke vengo, me pida un analís) y los “la he perdido” (porque ya no me pierdo, ni me rompo, amiguitos) que se va a desatascar la consulta… supongo que la consulta será una señora muy estreñida, pero yo no tengo tanto poder laxante, me temo….
Los gestores dicen que así ahorraremos, al menos papel sí, un puñao, viva los árboles vivos y tal…
Y los pacientes sólo tendrán que hacer la visita a la farmacia, si son crónicos, o una al médico y otra a la farmacia, si son agudos.
Sólo una cosa, sin la tarjeta sanitaria- es como mi nanny- no salgo. Así que llegan los pacientes, como árbitros de fútbol a las farmacias: Dame los pañalessss!!!!
Dicen que un señorito,  intentó conseguir un omeprazol con la fámily card de Ikea, le dieron un aplauso por mañoso, pero se volvió a casa sin las pastillas….
En fin, que tengo algo de prisa, que me reclaman todo el rato… un besito y lo dicho, ¿eh?
 Nos vemossssss corazonesssssss



18 de julio de 2014

Historias de verano: la vacuna sexy.

Hace ya tiempo, pero cada vez que lo recuerdo me río, es una de esas situaciones "endorfineadoras", así que os la cuento, queridos y queridas, porque creo que historias como esta, no deben perderse en el olvido,...y ya de paso, igual hay algún megacientífico que se le ocurre algo.
Era una de esas tardes monótonas en la consulta donde iban pasando los pacientes, tan curiositos ellos, según agenda, uno tras otro, como el pasodoble. Después de Zutana, a la que hice un "completo" (para los lectores sanitarios, tenía un síndrome constitucional,para los no sanitarios había que controlar la tensión arterial, el colesterol, la diabetes y la obesidad), llegó el turno de la "bella Flor Azucena", a la que no tenía el gusto de ver periódicamente, así que despertó en mí cierta curiosidad.
Bueno, tampoco llegó la emoción a ese extremo, pero ya el lector me va conociendo y sabe cómo me pone un ornamento, así que, ¡qué leches! Esperaba a la mozalbeta y punto pelota.

Entró queda, con pequeños pasos, que casi ni tocaba el suelo, y, como una mariposa revoloteó hasta la camilla. Este movimiento, me dejó fascinada, porque normalmente, los pacientes se sientan en la silla que tenemos al frente, mi mesa y yo ( lo de mi mesa y yo, es para otra entrada, guapis), no van derechos a la camilla la primera vez, como si fuera el diván de un psiquiatra neoyorquino (sí, veo mucha tele, lo reconozco). El caso es que, como a toda persona que pasa la puerta de la consulta, le dije: " bien, Flor Azucena, ¿en qué te puedo ayudar?" - frase muy trabajada en los años de mi devaneo enfermero, más realista que un "¿qué quieres?" y menos corto que un "dime"- y la bella Flor, bajó las pestañas, sonrojó sus mejillas color miel y en un hilo de voz apenas perceptible, empezó a relatar:
-"es que verá, doctorcita, (no se me solivianten mis huestes enfermeras, que hay situaciones que hay que esperar para corregir, y ni con esas se consigue, que sí, que yo se qué soy y me mola, pero que a veces, importa más el paciente o su historia, a que te llame lo que sea;también me llaman reina y sé que no lo soy, salvo en mi casa, y cuando me llaman zorra, también sé que saben que no lo soy, ni tengo el ánimo, ni la agilidad para serlo...y luego, me acojo a la novena enmienda sanitaria, que dice que la enfermera o médico que desempeñó su labor en medio rural no se ofende si el paciente le llama practicante, ATS, o lo que "haga falta" siempre que sea desde el respeto, o/y desde el afecto, chúpate esa,)"
..... rebobino...
-"es que verá,  el sábado estaba en casa cocinando y me herí con el cuchillo, y fué una heridita pequeñita que ya casi está sanada, mire".... (Efectivamente, estaba cerrada)... Silencio.... Resoplido, mirada al cielo... " es que mi marido dice, que ya que está, aprovechando, que me ponga la inyección esa, que no nos cuesta tanto y que seguro que no está puesta, (dijo mirándose los senos)"
A esta altura, yo estaba estuporosa, no entendía ese estado de la mujer, tan nervioso y colorado, por un accidente con un cuchillo...
-"¿qué inyección dice tu marido, bonita?"
-" la de los pechotes"
¿?
Ahí ya, se me salían los ojos de las cuencas, los hombros estaban a la altura de las orejas y la mandíbula inferior flotaba sobre el abdomen desencajada...se detuvo el tiempo... Cuando de pronto, como el indómito Viky el vikingo, "me se encendió la luz". ¡!

-"a ver, bella Flor Azucena, le vas a decir a tu esposo, ese ladronzuelo, estas tres cosillas:
 Primero que no existe una inyección que se llame de los pechotes. 
Segundo, que a la VACUNA, qué tú sí que tienes puesta, todas tus dosis, sirve para que no enfermes de eso, dile que buén intentó campeón, pero que no necesitas más, que eres preciosa así.
 Y tercero, que cuando te mande con un recado, que se informe como Dios manda, que no hable de oídas, que se llama vacuna contra el TÉTANOS y que no te crece más nada si te la pones"

Y se fueron los colores, respiramos ambas dos fuerte desde lo más hondo de nuestro ser, lamentándonos con este gesto simbólico de la estulticia de algunos varones. 
Ella se fué a los brazos de su Romeo, que la esperaría quizá ansioso imaginándose a una nueva "vigilanta de la playa" con bañador rojo y todo, cuando, lo más probable que su realidad fuese bastante más agria, como una real bronca con galleta o similar.
Yo me fuí a disfrutar de la experiencia,como los concursantes de los reálitys, con mis compañeras de la tarde y a pensar en cuantas vacunas tuvo a bien ponerme mi santa madre, .....

17 de julio de 2014

Historias de verano: sembrando dilemas....

Mientras organizaba desde el carro de curas el material que iba a necesitar, con el modo semiautomático activado, hacía un ejercicio de fortaleza. Preparaba la “barrera emocional”, para que su trabajo no se viese azotado por la pasión de esa “justicia divina” que todos queremos que reine en el universo.
.

Conocía a Germán, su paciente, al  que no soportaba desde lo más profundo de su ser. Eran diez años ya, los que llevaba en la consulta, al igual que su esposa, que había llevado esa década de otro modo más callado,más largo, más penoso.

Tenía el material listo, pero seguía de espaldas a la camilla, terminando de poner la coraza. Sabía cómo era la mirada de ese hombre, que ya no era ni la sombra de su pasado: fría, temeraria y desafiante…y cada vez más, porque a raíz del derrame cerebral, los ojos era casi lo único que podía mover. Los labios también, con unos sonidos guturales y pastosos que a nadie asustaban ya.

Con toda la calma del mundo, se giró, miró al hombre y le dijo con un tono neutro: -“Vamos a curarle la herida, Germán. Ya sabe: si le duele, dígamelo, por favor”. Él puso los ojos en blanco y emitió una especie de gemido, y ante la mirada inquisitiva de la enfermera, que todavía estaba a tres palmos de la herida, asintió con los ojos…

Mientras ella se afanaba en ser meticulosa en su trabajo, casi sin querer, empezó a pensar en la esposa e hijos, en cómo habían sufrido bajo su yugo, paralizados ante el puño elevado de ese hombre que ahora yacía en la camilla tan frágil y expuesto.

Sería tan fácil…. Presionar con esa gasa seca un poco más, resbalar la pinza en esa dirección y él sufriría un dolor fulgurante e inesperado. Ni una ínfima parte del que ella había sufrido cuando llegaba borracho a casa y la utilizaba de saco de boxeo, pero menos era nada.

Aquella justicia: “el que siembra cosecha”,…. “el que siembra cosecha” repetía como un mantra en su mente, mientras con el bisturí retiraba el tejido inservible… “el que siembra cosecha”… si con ese mismo bisturí, hiciese una leve hendidura en una arteria, tan fácil como cortar mantequilla… “el que siembra cosecha”… él estaba a su merced, tenía su vida entre sus manos…. “el que siembra cosecha”… por todas las palizas que les había dado, por todas las secuelas que les había dejado, por los años arrebatados, por todo el miedo, por todo el pánico que de manera gratuita había causado, precisamente a los que hubiera debido proteger: a los suyos…. “el que siembra cosecha”… ella podía hacerlo, podía ser el “ángel vengador” y acabar con ese despojo humano que le miraba indolente desde la camilla, apretando los labios en una sonrisa con aire de suficiencia.

Respiró hondo, relajó los hombros, levantó las manos a la vez que la cabeza y miró de frente a su paciente.

-“Bien Germán: hoy hemos terminado con la cura”- fijó un poco más la vista en esas pupilas que se iban haciendo cada vez más pequeñas y se permitió el lujo de sonreír de medio lado, mientras se ponía de pié ,quedando por encima de ese cuerpo yerto- “mañana le curaré a la misma hora, como siempre”.

 Se giró y no volvió a dedicarle ni un minuto de tiempo. Tenía que recoger todo el material, despojarse de  la “barrera” que le permitía sobrevivir a individuos como aquel.

Había aprendido hace años, que muchas veces las cosechas no son como queremos nosotros, pero que siempre que se siembran vientos, se recogen tempestades; sólo que las tempestades pueden ser rápidas como una tormenta de verano, o lentas como las lluvias monzónicas. Y que desde luego, ella no era ninguna justiciera, ni tenía ningún poder divino: ella cuidaba de él.